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Braulio K. Uno corto, pero duro.


Liberación:

 Ayer, en la oscuridad de una tarde de abril, con el viento sur soplando inclemente, recordándonos como el invierno nunca se va, ese hijo de puta solo descansa un rato; ayer, me cruce con “el flaco”.



Venía de procurar substancias, de golpear el portón de madera alto y torcido, por los cientos de colgados que justamente ensayan el trapecio de la colgadera en el, esperando escapes o re-encuentros violentos, por gramo. La boca del barrio pública y secreta, por nadie desapercibida...Continuar leyendo.

Ali, para no perder la costumbre. ELLA


ELLA

Cuando sonó el despertador a las seis y media de la mañana, ella no sabía si se estaba despertando de la siesta que nunca pudo dormir el día anterior, o si efectivamente le tocaba volver a empezar un nuevo día. El hecho de pensar que tenía que cumplir un día más de nueve horas en ese laburo repugnante la hizo volver a cerrar los ojos para esconderse tras la lagaña matutina y prometerse esos merecidos “cinco minutos más”. El problema fue cuando esos cinco minutos se convirtieron en treinta y cinco, y no pudo ni desayunar ni darse esa ducha salvadora en una fría mañana de Julio. Cuando se despertó de nuevo, tuvo un vago recuerdo de una vieja amiga....Continuar leyendo el relato.

Ali, nos trae: La Higuera



Quizás sea mejor así.


Cuando una imagen borrosa en la memoria es tan clara que se vislumbra como un conjunto difuso, que se derrumba al tratar uno de detallarlo y volverlo tangible, es porque ese recuerdo se ha ganado el privilegio de estar en un lugar muy especial de tu mente, pero sobre todo se ha refugiado en un rincón inalcanzable de tu ser, de la jaula que contiene aquellas imágenes o momentos más preciados que conservarás como mínimo hasta ese momento en que tu corazón deje de latir, tu cerebro interrumpa su actividad y tu cuerpo pase a ser un simple trozo de carne y huesos...(continuar leyendo)

Fiestas electrónicas, inmigrantes y nacionalismo...


Intro I

Otra vez, en aeropuertos. En los lugares que no lo son.  Parafraseando al gran Ali Haghjou. Miles de personas van, vienen. Algunos sin darse cuenta. Empacados en asientos, hoy, para seguramente no verse nunca más.
En esta era, como nunca antes, sumidos en nuestras tablets, fonos inteligentes, ajenos. Alejados de esa proximidad forzada.
Esta vez, en lo personal, es muy distinto y, sin embargo, se siente tan igual.
Paso por controles, ridículos. Guardias que celosamente vigilan las entradas de una Europa que se pregunta si debería cerrar sus fronteras a los millones de refugiados que en una especie de ola, llega…tarde o temprano, como uno prefiera, desde el plano histórico, pero, esperable...Seguir leyendo